El viaje hacia la maternidad es sorprendente, sin embargo, también es emocional y físicamente exigente. El cuerpo de la mujer es el único diseñado genéticamente para la reproducción. Con el fin de permitir el correcto desarrollo de un bebé y de transportarlo, el cuerpo de una mujer pasa por una gran cantidad de cambios notables. Estos cambios se rigen en gran medida por la fluctuación de hormonas, que hacen que los ligamentos se relajen, la piel se estire, el tejido mamario crezca y, por otro lado, favorecen la acumulación de grasa.